Por : Elvira Romero.
El aroma de las flores de cempasúchil se eleva en el aire, mientras las calles se llenan de colores vibrantes y la algarabía de la festividad inunda nuestros corazones.
Es el Día de Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas y entrañables de nuestra cultura, que se celebra con pasión y devoción en todos los rincones de México.
Uno de los elementos más icónicos del Día de Muertos es, sin duda, la flor de cempasúchil. A medida que el verano da paso al otoño, los campos se llenan de estas hermosas flores color naranja intenso, que se utilizan para decorar las tumbas y los altares de ofrendas.
Los campos de cultivo de cempasúchil son un espectáculo impresionante, con hileras interminables de flores que parecen teñir la tierra de un resplandor dorado.
La tradición de utilizar cempasúchil en el Día de Muertos tiene raíces profundas en nuestras creencias ancestrales. Se cree que el color vibrante y el aroma de estas flores atraen y guían a las almas de los difuntos de regreso a nuestro mundo durante esta celebración.
El Día de Muertos es una festividad inclusiva que honra a todos los difuntos, independientemente de las circunstancias de su muerte. Desde el 28 de Octubre, hasta el 2 de Noviembre en nuestra comunidad, hay un día especial para recordarlos.
Primero las ofrendas se dedican a aquellos que murieron en accidentes trágicos o a los niños que nos dejaron demasiado pronto. Incluyen objetos relacionados con la profesión o pasatiempo de la persona fallecida, así como fotografías y recuerdos que les eran queridos.
Por otro lado, las ofrendas para los niños fallecidos suelen ser especialmente tiernas y coloridas, con juguetes, golosinas y sus alimentos favoritos.
Estas ofrendas reflejan el amor eterno que sentimos por aquellos que, aunque se hayan ido, siguen vivos en nuestros corazones.
El clímax de las festividades llega el 2 de noviembre, cuando se montan las ofrendas principales. En nuestros hogares y en los cementerios, las familias se reúnen para recordar y celebrar a los difuntos. Las ofrendas principales son verdaderos altares de homenaje, con veladoras, retratos de los seres queridos, hojaldras, dulces de alfeñique, objetos que evocan la personalidad de los fallecidos y la flor de cempasúchil.
Las ofrendas no solo son una forma de honrar a nuestros seres queridos, sino también de mantener viva nuestra herencia cultural. La tradición del Día de Muertos es un testimonio de nuestra profunda conexión con nuestras raíces y la importancia de recordar a quienes nos precedieron.
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